jueves, 17 de julio de 2008

Educar para ser feliz!!!

Encontrar diferentes tipos de educaciones que se debería entregar a las personas durante su vida para que al envejecer sean ancianos integros y felices, ya que cada día sube el porcentaje de ancianos que viven sumidos en la pobreza y miseria. Por lo tanto se debería educar a nuestros niños para que sepan enfrentar la vida de la mejor manera posible, no solo entregarle herramientas como futuros ciudadanos y para que desarrollen algún rol de trabajo en la sociedad, sino también guíarlos tanto en la educación formal, no-formal e informal para que sepan afrontar la vida de la mejor manera posible, y que mejor manera que enfrentarla con la gran herramienta de la alegría, después de todo cuando sonríes esparces las sonrisas y la alegría se riega por todos lados

"Educar para la alegría.
El sentido del humor y la alegría son curativos por sí mismos. Es bueno recordar la oración del P. Hurtado: Haz, Señor, que los malos sean buenos, y que los buenos sean simpáticos. Conocemos demasiada gente amargada y que amarga la existencia a los demás. Alegría no es lo mismo que bullicio ruidoso y risas sonoras; al contrario, estos fenómenos a veces son máscaras defensivas que algunas personas usan para esconder sus temores, inseguridades y amarguras. La alegría brota del interior del ser humano, y se relaciona con los sentimientos más profundos de la persona. Es alegre un corazón en paz consigo mismo. Esta alegría brota de las personas con paz interior, y se irradia a los demás al igual que el amor. Dice San Juan de la Cruz que al atardecer de la vida seremos juzgados por el amor; en definitiva eso es lo que cuenta, y es lo que hace felices a las personas. Para ser alegres y amorosos de esta manera, hay que ser sencillos y limpios de corazón. Son ellos los que verán a Dios (Mt. 5, 8).
Construimos mala imagen de la vejez cuando la palabra viejo, vieja, la evitamos y sustituimos por otros eufemismos (adulto mayor, tercera edad, etc.), y la usamos como término peyorativo de comparación: esa chica parece una vieja, de puro fome que es; ese joven es más amargado que un viejo, etc. Hay viejos amargados como también los hay así entre los jóvenes. Y hay viejos más felices y alegres que muchas personas con menos años. Educarnos en el sentido del humor nos hace bien para no tomarnos demasiado en serio y para reírnos de nosotros mismos cuando sea necesario. Este sentido de la alegría y del humor permite que nuestra biografía se convierta en un canto de “Gracias a la Vida, que me ha dado tanto”.
Ancianos así son amorosos y embellecen todo lo que tocan y hablan; su mirada es de comprensión y acogida; entregan ternura, crean espacios y tiempos de amistad. Conozco una mujer anciana, que ya murió, con la que gozaban los niños y los jóvenes, y de ella se decía: cuando ella se vaya nos faltará su juventud. Son hombres y mujeres con esperanza, que contagian esperanza (léase sobre este punto a Elena Oyarzabal: Tercera edad: tiempo de gratitud, de reconciliación y de misterio pascual. Florecer en Otoño. Testimonio, nº. 133 - 134. Santiago. Septiembre - Diciembre 1992. Número monográfico). Esta educación se logra mejor cuando desde la infancia crecemos en una cultura que nos enseña a valorar lo importante y a relativizar lo que es menos importante; nos enseña a crecer en autoestima y en saludables niveles de empatía"

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